Una revisión teórica sobre la aversión a la inequidad

A theoretical revision of inequity aversion

Recepción del artículo: 19-08-2022  |   Aceptación del artículo: 12-05-2023

 

1 Paulina Guerra Icono

Descripción generada automáticamente

m.paulina.guerra@gmail.com

2 Belén Mesurado Icono

Descripción generada automáticamente

bmesurado@austral.edu.ar

1,2Instituto de Filosofía, Universidad Austral, CONICET, (Argentina)

 

 

Para referenciar este artículo: Guerra, P. (2023). Una revisión teórica sobre la aversión a la inequidad. Revista ConCiencia EPG, 8(2), 82-104. https://doi.org/10.32654/ConCiencia.8-2.5

Autor corresponsal: Paulina Guerra m.paulina.guerra@gmail.com

 

 

 

Resumen

E

n el presente artículo se realiza una revisión teórica sobre la aversión a la inequidad. Esta es el rechazo que sienten las personas ante distribuciones de recursos injustas, la cual se puede presentar cuando la persona recibe menos de lo que considera apropiado (aversión a la inequidad en desventaja), o cuando recibe más de lo que considera apropiado (aversión a la inequidad en ventaja). Se describen las etapas del proceso que comprende componentes cognitivos, emocionales y conductuales. Se comentan las teorías principales que destacan la función que la aversión a la inequidad cumple en los seres humanos, estas son las teorías sociales y las teorías no sociales. Seguidamente se presentan los desarrollos teóricos y empíricos que dan cuenta del surgimiento temprano de la aversión a la inequidad en la niñez. Por último, se revisan los estudios que describen las bases comportamentales del constructo. Dado el rol que cumple la aversión a la inequidad en el desarrollo y evolución de las conductas cooperativas, y su función como protector de salud mental se considera menester orientar los esfuerzos al desarrollo de intervenciones promotoras de la aversión a la inequidad.

Palabras claves: Aversión a la inequidad, justicia distributiva, desarrollo en la niñez, cooperación.


IAbstract

n the following article we present a theoretical review of inequity aversion. This is the rejection that people feel in the face of unfair distribution of resources, which can occur when the person receives less than what she considers appropriate (disadvantageous inequity aversion), or when she receives more than he considers appropriate (advantageous inequity aversion). We describe the stages of the process that includes cognitive, emotional, and behavioral components. In addition, we comment the main theories that highlight the role that inequity aversion plays in humans, these are the social theories and the non-social theories. Next, the theoretical and empirical developments that account for the early emergence of inequity aversion during childhood are presented. Finally, we describe the behavioral bases of the construct. Given the role that inequity aversion plays in the development and evolution of cooperative behaviors, and its function as a protector of mental health, it is considered necessary to direct efforts towards the development of interventions that promote inequity aversion.

Key words: Inequity aversion, distributive justice, child development, cooperation

 

IIntroducción

magínese que ha estado trabajando toda la semana en un proyecto con un compañero de trabajo. Cuando lo terminan, se lo presentan a su jefe quien queda encantado con los resultados obtenidos y por ello, decide recompensar sólo a su compañero de trabajo con un bono extra a fin de mes. ¿Cuál sería su reacción?  Seguramente sentiría una mezcla de frustración, rechazo, injusticia o hasta envidia. Todo esto muy probablemente lo lleve a manifestar de alguna forma dicho malestar en pos de obtener una recompensa más justa. Esto es la aversión a la inequidad.

Las personas valoran y se sienten más satisfechas al obtener resultados que consideran justos (Adams, 1963; Buuunk & VanYperen, 1989; Fehr & Schmidt, 1999; Tabibnia et al., 2008). Cuando trabajan con otras personas, estás esperan que cada quien reciba lo que le corresponde. Y cuando son testigos de resultados injustos son capaces de oponernos con el objetivo de disminuir dicha injustica, incluso si esto implica cierto grado de sacrificio de su parte. Para la economía clásica, rechazar un resultado que conlleva una ganancia pero que al mismo tiempo es injusta es considerada una conducta irracional, dado que cualquier ganancia mayor a cero es un beneficio (Levitt & List, 2008). Sin embargo, en las últimas décadas la psicología y la economía del comportamiento han dado cuenta de que las personas, a la hora de tomar decisiones sobre distribuciones de recursos, tienen preferencias sociales que van más allá de las ganancias individuales a corto plazo (Becchetti, 2019; Charness & Rabin, 2000; Fehr & Schmidt, 1999).     

En los próximos apartados del presente artículo se define que es la aversión a la inequidad y que función cumple. Además, se presenta la evidencia empírica que da cuenta de su desarrollo durante la niñez, dado que explorar esta etapa evolutiva especifica nos permite comprender en mayor profundidad este fenómeno. Por último, se describen cuáles son sus bases comportamentales.          

¿Qué es la aversión a la inequidad?

      La aversión a la inequidad es el rechazo que sienten las personas ante distribuciones de recursos injustas y que, ante esto, se sienten impulsadas por actuar para reestablecer la equidad, incluso si esto implica renunciar a una porción de los beneficios. Esta aversión puede surgir en dos situaciones: cuando la persona recibe menos de lo que le correspondía, y cuando recibe más de lo que le correspondía. El primer tipo se denomina aversión a la inequidad en desventaja, y el segundo, aversión a la inequidad en ventaja (Fehr & Schmidt, 1999).

¿Cómo definen las personas qué es un resultado justo?

                Las teorías sobre la justicia distributiva intentan especificar bajo qué condiciones ciertas distribuciones de recursos son percibidas como justas o injustas (Cook & Hegtvedt, 1983). Uno de los primeros desarrollos teóricos que intentaron responder a estar pregunta fueron los de Adams (1963) y Loewenstein (1989). Estos autores postulan que cuando dos personas incurren en una conducta colaborativa o de intercambio, ambas realizan una evaluación sobre la proporción entre los esfuerzos o recursos que se pusieron (inputs) y los resultados o recompensas que se obtuvieron (outcomes). Una vez realizada esta evaluación, comparan sus resultados con los obtenidos por su compañero cooperador (Massen et al., 2012), (ver figura 1).


Figura 1

Gráfico del balance comparativo durante las conductas cooperativas

Imagen que contiene competencia de atletismo, flor

Descripción generada automáticamente

 

 


                Si el resultado de esta comparación es balanceado la persona lo interpretará como justo, si por el contrario el resultado es desigual, la persona lo interpretará como injusto. Los autores señalan que se debe tener en cuenta que los análisis obtenidos son resultado de una percepción de lo que la persona dio y de lo que luego obtuvo, y no necesariamente lo que objetivamente puso y obtuvo, lo que genera mayores dificultades en el análisis comparativo (Adams, 1963).

Para Leventhal (1980) la teoría de la equidad de Adams presenta algunos problemas ya que emplea una concepción unidimensional de la justicia, es decir solo tiene en cuenta el principio de mérito a la hora de evaluar una distribución, y además solo considera el resultado final de la distribución y no los procedimientos a través de los cuales se llegaron a dichos resultados. En esta misma línea Cook y Hegvedt (1983) señalan que el mérito no es la única forma de interpretar un resultado como justo o injusto, sino que también, existen una serie de principios a partir de los cuales se pueden derivar dichas conclusiones. Algunos de esos principios son:

Principios de la igualdad: todos los involucrados deben recibir la misma cantidad de recursos sin tener en cuenta ninguna otra variable.

o    Principios de equidad: relacionado con el mérito y con los postulados de Adams. Los participantes deben recibir la cantidad de recursos en proporción a los esfuerzos o recursos que aportaron en la tarea colaborativa.

o    Principios de necesidad: a la hora de distribuir los recursos se debe tener en cuenta las necesidades especiales de cada participante.

o    Principio de rango: se debe tener en cuenta el estatus y jerarquía de cada persona al decidir qué proporción de recursos se lleva cada participante.

 

Dados estos principios, elegir cual aplicar en cada momento puede estar afectado por diferentes factores (Deutsch, 1975; Cook & Hegtvedt, 1983):

-          Objetivo del grupo: el principio aplicado dependerá de cuál es el objetivo que se tiene con el grupo. Si lo que se busca es facilitar o aumentar la productividad, se tiende a utilizar las reglas de contribución o equidad (es decir recibir la cantidad de recursos en proporción a los esfuerzos o recursos). Cuando la preocupación está en mantener la armonía del grupo, las distribuciones igualitarias tienden a predominar (es decir recibir la misma cantidad). Cuando se busca el bienestar o cuando las necesidades de los individuos están relacionadas con el éxito del grupo, se tienden a priorizar las reglas de necesidad.

-          Características de la relación: Aquellos participantes que se perciben similares a los de su grupo de intercambio, tienden a preferir distribuciones igualitarias (misma cantidad de recursos), aquellos que anticipan futuras interacciones preferirán igualdad antes que la equidad (cantidad de recursos en proporción a los esfuerzos). Cuando las decisiones son tomadas abiertamente, las reglas más elegidas son las de igualdad, y cuando son secretas las reglas que priman son las de equidad. Los que son amigos prefieren reglas de igualdad mientras que los que no lo son, prefieren reglas de equidad.

-          Factores cognitivos: Las personas que tuvieron que realizar un esfuerzo mayor para obtener cierto resultado son más valoradas que aquellas que obtuvieron los mismos resultados con menor esfuerzo.

-          Factores sobre la personalidad; aquellos con una orientación al logro prefieren las reglas de equidad (cantidad de recursos en proporción a los esfuerzos), aquellos con una fuerte necesidad de aprobación tienen a las reglas de igualdad (misma cantidad de recursos) o incluso prefieren estar en situaciones de desventaja si su compañero cooperador es a alguien a quien admiran.

Por otro lado, existen situaciones en las cuales no se conocen los resultados obtenidos por el resto de los participantes y por lo tanto estos principios de distribución no son aplicables para juzgar un resultado como justo o injusto. En estas ocasiones los individuos tienden a evaluar los procedimientos a través de los cuales se realizaron las distribuciones, esto es lo que se conoce como justicia procesual. Por ejemplo, se evalúa quienes formaron parte de la toma de decisiones o qué criterios se utilizaron (Greenberg & Folger, 1983; Leventhal, What Should Be Done with Equity, 1980; van den Bos et al., 1997; van den Bos et al., 1998) como así también cual fue la intención del distribuidor al momento de realizar la repartición de los recursos (Falk et al., 2008; Sutter, 2007).

También sabemos que no es lo mismo cuando una persona se encuentra ante un resultado injusto que fue generado por un tercero, que si fue generado por ella misma. El sentido de agencia, es decir, la percepción de que se tuvo poder de decisión y elección en el resultado permite a la persona ser tolerante con la inequidad e incluso hasta puede elegirla. Se ha visto que este sentido de agencia aumenta los niveles de satisfacción de la persona, aunque esté creando una inequidad en desventaja (Choshen-Hillel et al., 2018; Shaw, 2016).

¿Qué sucede luego de percibir la inequidad?

Una vez detectada la inequidad, se genera un estado de tensión dentro de la persona, la cual es proporcional al grado de inequidad percibido. Es decir, a mayor percepción de inequidad mayor nivel de tensión (Adams, 1963; Dawes et al., 2007; Loewenstein et al., 1989; Sprecher, 2018) además, dicha tensión es mayor cuando la inequidad es en desventaja (a favor de la otra persona) que cuando es en ventaja (a favor de uno mismo) (Austin & Walster, 1974; Lane & Messe, 1972; Loewenstein et al., 1989). Frente a esto, el individuo intentará retornar a un estado de equilibrio, y para ello tendrá que actuar de forma tal que el nivel de inequidad percibido se reduzca.

Según Adams (1963), para recuperar el equilibrio, el individuo puede modificar sus refuerzos o recursos (inputs) o modificar sus resultados o recompensas (outcomes) de las siguientes maneras: (1) aumentar o disminuir sus refuerzos o recursos en relación a como están los refuerzos o recursos de su compañero; (2) aumentar o disminuir sus resultados o recompensas en relación a como están los resultados o recompensas de su compañero; (3) abandonar la relación colaborativa. Al realizar alguna de estas acciones, los individuos pueden recuperar el equilibrio de proporcionalidad percibido en la relación establecida con su compañero.

Se debe tener en cuenta que los individuos no solo responden con aversión a la inequidad ante distribuciones de recursos en las que ellos se encuentran participando, sino que también, muestran una preferencia por resultados equitativos cuando son observadores de distribuciones de recursos entre terceros. En estos casos para recuperar el equilibrio pueden “castigar” a quienes se comportan de manera injusta con otros para reestablecer la equidad (Fehr & Fischbacher, 2004).

Aversión a la inequidad en desventaja y en ventaja

Los individuos no reaccionan de la misma forma cuando se encuentran ante una distribución favorable para ellos que cuando se encuentran ante una distribución desfavorable (Blake et al., 2015; Fehr & Schmidt, 1999; Holper et al., 2018; Loewenstein et al., 1989). Esto se puede deber a que principalmente cuando la persona se enfrenta a un resultado inequitativo en desventaja obtiene dos fuentes de afecto negativo (a) la percepción de la injusticia propiamente dicha del resultado, y (b) la privación de lo que podría haber obtenido, pero fue recibido por su compañero. Por el contrario, en la aversión a la inequidad en ventaja la persona obtiene una fuente de afecto positivo, (a) la satisfacción egoísta de recibir más que otra persona, y una fuente de afecto negativo, (b) la percepción de la injusticia. Creándose en esta ultima un conflicto que es más difícil de resolver (Li et al., 2018; McAuliffe & Dunham, 2017; van den Bos et al., 1997; van den Bos et al., 1998).

En esta línea, para algunos autores la aversión a la inequidad en desventaja representa una noción de justicia rudimentaria que aparece de forma temprana (McAuliffe et al., 2014; McAuliffe & Dunham, 2017), la cual está orientada hacia uno mismo (Fehr & Schmidt, 1999), y ha sido relacionada con emociones negativas como la envidia o el despecho (Blake & McAuliffe, 2011; McAuliffe et al., 2014; McAuliffe & Dunham, 2017; Nichols, 2010). Por el contrario, la aversión a la inequidad en ventaja implicaría una noción de justicia más desarrollada y orientada a crear distribuciones justas tanto para los otros como para uno. La aversión a la inequidad en ventaja también ha sido asociada con conductas prosociales y altruistas, así mismo, sería más difícil de adquirir y desarrollar (Blake et al., 2014; Blake et al., 2015; Brosnan, 2011; Fehr & Schmidt, 1999; McAuliffe et al., 2014; Tsoi & McAuliffe, 2020). Además, se ha observado una fuerte asociación negativa entre los niveles de aversión a la inequidad en ventaja y la incapacidad para percibir las emociones de los otros y de uno mismo, y una asociación positiva entre la aversión a la inequidad en ventaja y el apoyo familiar (Yu et al., 2021).

Por otro lado, ambos tipos de aversión presentan diferentes mecanismos de desarrollo (Blake & McAuliffe, 2011). La aversión a la inequidad en desventaja se caracteriza por aparecer desde muy temprano en la niñez, alrededor de los 3 y 4 años los niños muestran signos de desagrado antes distribuciones que les son desfavorables, e incluso si tienen la posibilidad, pueden rechazarlas y preferir resultados más equitativos, aunque ello implique un costo (Blake & McAuliffe, 2011; LoBue et al., 2011). Mientras que la aversión a la inequidad en ventaja recién empieza a emerger alrededor de los 8 años, y se ha observado mayor variabilidad en diferentes sociedades (Blake et al., 2015; McAuliffe & Dunham, 2017).

Funciones de la aversión a la inequidad

Un cuestionamiento que surge en relación a la aversión a la inequidad es ¿por qué como especie humana habríamos desarrollado una aversión hacia resultados injustos? Las teorías que intentan responder a esta pregunta se pueden englobar en dos grandes categorías. Por un lado, se encuentran las formulaciones que entienden que la aversión a la inequidad evolucionó con el objetivo de favorecer las relaciones sociales, estas son conocidas como las teorías sociales. Y, por otro lado, se encuentran los postulados que consideran que la aversión a la inequidad no tiene que ver con una función social, sino más bien con el desarrollo de mecanismos de dominio general que luego dieron lugares a beneficios sociales, estas son las teorías no sociales (McAuliffe, 2013).

Teorías sociales

Para este grupo de teorías, la función que desempeña la aversión a la inequidad es la de sostener conductas cooperativas a lo largo del tiempo y entre miembros de diferentes grupos, así como regular las actividades de intercambio (Brosnan et al., 2010; Brosnan, 2011; Corbit et al., 2017; Deutsch, 1975).

      La cooperación es el esfuerzo conjunto que ponemos en una actividad para obtener beneficios mutuos. Cuando decidimos entrar en actividades cooperativas, lo hacemos esperando obtener beneficios superiores a los que obtendríamos individualmente. Sin embargo, esto conlleva al menos tres tipos de riegos dado que nuestros compañeros cooperadores (1) podrían no estar dispuestos a poner el mismo esfuerzo que nosotros y, sin embargo, obtener los mismos beneficios, (2) podrían obtener mayores beneficios que nosotros por el mismo esfuerzo o bien, (3) podrían no poner ningún esfuerzo en absoluto y aun así obtener parte de los beneficios (Axelrod & Hamilton, 1981). Para controlar estos riesgos inherentes a la cooperación, los seres humanos habríamos desarrollado la aversión la inequidad, la cual nos permite detectar cuando estas situaciones inequitativas se están dando, sentir una emoción de desagrado (Yamagishi et al., 2009) y reaccionar en contra de ella (Fehr & Schmidt, 1999; Brosnan, 2011).

El poder detectar cuando no estamos recibiendo lo que nos corresponde, permite preguntarnos si nuestro compañero cooperador es digno de seguir disfrutando de los beneficios de trabajar con nosotros, y ante una respuesta negativa podemos decidir buscar otro compañero que se comportase de una manera más justa. Si conseguimos encontrarlo, tendremos mayores ganancias a largo plazo que de habernos quedado con nuestra primera relación cooperativa, aun considerando los costos asociados a la inversión de tiempo por la búsqueda de una nueva pareja (Brosnan & de Waal, 2014; Prétôt et al., 2020). Asimismo, oponerse y rechazar resultados injustos que nos desfavorecen, nos permite ser congruentes con nuestras emociones de desagrado y enviar la señal de que no toleraremos ser explotados (Brosnan & de Waal, 2014; Yamagishi et al., 2009). Por ende, la función ultima de la aversión a la inequidad, sería aumentar nuestras ganancias a largo plazo y mantener nuestra supervivencia como especie.

Autores como Chiang (2010) y André (2011) aluden al concepto de “mercados biológicos” para explicar estos procesos. Dentro de un mercado existen agentes que intercambian bienes o servicios. Cuando el mercado es competitivo, es decir cuando muchos agentes proveedores ofrecen los mismos bienes, pero variando su calidad, los agentes consumidores son libres de elegir entre los diferentes proveedores. Esto crea una presión de supervivencia para los agentes proveedores, llevando a que estos se comporten de una manera diferente a la que lo harían sin dicha presión. Dentro de las conductas cooperativas, la posibilidad de intercambiar y elegir con quien queremos cooperar lleva a que los individuos se comporten de una forma más justa con el objetivo de ser seleccionados. En resumen, para estos autores, la posibilidad de elegir a nuestro compañero cooperador sería la clave para que esta noción de justicia haya sido seleccionada evolutivamente (André & Baumard, 2011; Baumard et al., 2013; Chiang, 2010; Martin et al., 2019).

Si bien podemos identificar la utilidad de haber desarrollado la aversión a la inequidad en desventaja, la pregunta consecuente sería ¿Cuál es entonces la función de rechazar resultados inequitativos que nos favorecen? A diferencia de lo anterior, cuando la persona se encuentra en una situación ventajosa y rechaza dichos resultados, a primera instancia el individuo incurre en una perdida, sin embargo, esto puede funcionar como un mecanismo de señalización de que uno es un individuo justo (Shaw, 2016) y buen cooperador (Blake et al., 2015). A largo plazo esto permite aumentar su reputación para futuras actividades cooperativas que lo llevaran a obtener mayores beneficios a largo plazo. En esta línea diversos estudios apuntan a una relación entre niveles de preocupación por la reputación y las conductas relacionadas a la justicia (Andreoni & Bernheim, 2009; Bateson et al., 2006; Haley & Fessler, 2005; Houser et al., 2012; McAuliffe et al., 2020).

Si la hipótesis de que la aversión a la inequidad y las conductas cooperativas evolucionan conjuntamente es correcta, los niveles de cooperación deberían verse afectados en la práctica por resultados inequitativos. Para poner a prueba esta hipótesis Brosnan y colaboradores (2006) desarrollaron un experimento en el cual monos capuchinos debían incurrir en actividades colaborativas. En algunas ocasiones las recompensas eran en función del esfuerzo invertido y en otras situaciones no.  Los investigadores observaron que lo monos disminuyeron su cooperación cuando observaban que su compañero recibía las mejores recompensas por el mismo trabajo, dando cuenta de la relación existente entre cooperación e inequidad.

Teorías no sociales

El segundo grupo de teorías apuntan a que la aversión a la inequidad habría evolucionado como parte de mecanismos cognitivos no-sociales (Oberliessen & Kalenscher, 2019). Por ejemplo, una de las hipótesis es que los individuos desarrollarían expectativas de recompensas a partir de ciertos puntos de referencia, como ser una recompensa visible o un premio que reciba otro compañero. Ante esto, la evaluación de los resultados obtenidos se daría en función de dicho punto de referencia. Si los resultados son menores al punto de referencia, esto podría violar las expectativas del individuo (Bräuer et al., 2006), experimentar una aversión a la pérdida (Chen & Santos, 2006) o una frustración (Roma et al., 2006) y en última instancia buscaría accionar de alguna manera para obtener lo que creía que era viable. De acuerdo con esta hipótesis la aversión a la inequidad podría ser utilizada en contextos sociales, pero no habría evolucionado específicamente para responder a las interacciones sociales. Esta sensibilidad al obtener menos de lo esperado podría ser útil en contextos no cooperativos, por ejemplo, comparar nuestras compensaciones con las que se encuentran disponibles en el ambiente, nos permitiría ajustar nuestras conductas para aumentar nuestros beneficios (Chen & Santos, 2006; McAuliffe et al., 2013).

McAuliffe y colaboradores (2013) encontraron evidencias de que la aversión a la inequidad y más específicamente la aversión a la inequidad en desventaja podrían tener funciones no sociales. En un experimento observaron que niños rechazaban distribuciones de recursos que eran injustas en desventaja tanto si la distribución era entre él y un compañero, como si la distribución era sin la presencia de un compañero. Ante esto los rechazos podría deberse a las expectativas creadas por la presencia de una oferta más abundante pero inaccesible. Como explica Chen (2006), los individuos pueden crear expectativas sobre los beneficios que pueden llegar a obtener y cuando esas expectativas son violadas se oponen a dichos resultados.

Desarrollos teóricos que dan cuenta del surgimiento de la aversión a la inequidad en la niñez

Para la comprensión profunda del fenómeno de la aversión a la inequidad, es de suma importancia centrar los estudios en su desarrollo durante la niñez, dado que en esta etapa evolutiva de la vida nos permite distinguir entre aquellos procesos que son adquiridos a través de las pautas culturales de socialización y los procesos que tienen raíces biológicas profundas (McAuliffe et al., 2017). Es por esto que por lo que el presente articulo y las diferentes teorías han puesto el foco en el estudio de esta etapa de la vida. 

En primer lugar, las teorías constructivistas, principalmente desarrolladas por Damon (1975), Kohlberg (1977) y Hook y Cook (1979), sostienen que el desarrollo moral del niño, y más específicamente el que tiene que ver con la justicia distributiva, es paralelo al desarrollo cognitivo o lógico-matemático propuesto por Piaget.  Para estos autores, el desarrollo moral representa las transformaciones que ocurren dentro del pensamiento (Kohlberg & Hersh, 1977), los niños construyen su conocimiento sobre lo que es considerado justo, a través de su propia experiencia y a lo largo de los años (Blake et al., 2014).

Así como los estadios del desarrollo de Piaget tienen características específicas, los estadios del desarrollo moral también. Estos son considerados totalidades estructuradas o sistemas organizados de pensamiento, que siguen una secuencia fija e inmutable, e implican una integración jerárquica (Damon, 1975). A partir del uso de entrevistas con niños donde les presentaba dilemas en los cuales se realizaban distribuciones de recursos, Damon (1975) encontró que el desarrollo moral del niño sobre la justicia distributiva se daba a través de los siguientes estadios: en el primer y segundo estadio los niños de 4 y 5 toman decisiones sobre como distribuir los recursos basados en sus deseos “lo debo tener porque lo quiero” o en base a factores externos como el sexo o la edad “debemos tener esto porque somos los más grandes”. En el tercer estadio alrededor de los 5 y 6 años comienzan a razonar la justicia en base a normas de estricta igualdad “todos tenemos que recibir lo mismo”. Luego a los 7 años comienzan a tener en cuenta los principios de reciprocidad, mérito y merecimiento “las personas deben ser retribuidas por lo que hacen”. En el estadio 5, alrededor de los 8 años surgen visiones en torno a comprender que personas distintas pueden tener justificaciones diferentes, pero igualmente validas en sus reclamos de justicia: “yo lo merezco, pero ella también”. Y en el último estadio son capaces de coordinar consideraciones de igualdad y reciprocidad en una misma decisión.

En contraste a la propuesta de Damon, Laventhal y colaboradores (1973) sostienen que en base a sus estudios que los niños de 5 años pueden tomar en consideración las nociones de mérito y equidad definidas por Adams, a la hora de realizar distribuciones de recursos. Sin embargo, Hook y Cook (1979) consideran que, si bien los niños pueden realizar distribuciones en base al mérito, no lo hacen de una forma estrictamente proporcional como sostiene la teoría de la equidad, sino de una forma ordinal. Es decir, los niños pueden adjudicar mayores recursos a quienes trabajaron más, pero sin realizar un cálculo de proporcionalidad, ya que esto recién podrían lograrlo a los 14 años cuando ya han desarrollado las capacidades cognitivas necesarias para computar dichos cálculos. Para estos autores las conductas sobre distribuciones de recursos cambian con la edad y lo hacen en el siguiente orden: antes de los 6 años los niños tienden a realizar las repatriaciones de recursos a su favor (egoístas) o a realizarlas de forma igualitaria (todos lo mismo). Entre los 6 y 12 años realizan distribuciones que siguen una lógica de equidad ordinal (quien trabajo más recibe más). Luego de los 13 años los niños ya pueden y prefieren realizar distribuciones proporcionales y equitativas (se recibe en proporción a lo que se trabajó).

Geraci (2011) y McCrink (2010) por su parte sostienen que estos postulados tienen ciertos inconvenientes, ya que fueron principalmente desarrollados con pruebas de tipo verbal o pruebas explicitas de distribución, las cuales tienden a revelar solo las construcciones post-hoc que los individuos generan luego de que los procesos automáticos evaluativos hayan sido completados (Haidt, 2001). Por ello, investigaciones más recientes desafían estos desarrollos teóricos mostrando que un sentido de justicia emergería mucho antes de lo propuesto por las posturas constructivistas (Blake et al., 2014). Un nuevo marco teórico proveniente de la biología evolutiva, la economía comportamental y la filosofía moral, proponen que los seres humanos están dotados de un “sentido de justicia” universal diseñado para regular las interacciones cooperativas (Baumard et al., 2013).

Desarrollos empíricos que dan cuenta del surgimiento de la aversión a la inequidad en niños

Detección de la inequidad

Dado que los niños pequeños no pueden expresarse de forma 100% verbal, a diferencia de los desarrollos clásicos, los estudios realizados en las últimas décadas sobre el sentido de justicia utilizaron nuevos paradigmas de experimentación como ser el paradigma de la Violación de la Expectativa (VE), y el paradigma de la Mirada Preferencial (MP).

Según estas nuevas líneas de investigación, ya a los 15 meses de vida los bebes son capaces de detectar cuando una distribución de recursos es injusta. Para dar cuenta de esto, Schmidt y Sommerville (2011) realizaron experimentos utilizando el paradigma de la Violación de la Expectativa (VE), donde se los mostró a bebes de 15 meses un video en el cual un experimentador realizaba una distribución de golosinas entre dos participantes, algunas de estas distribuciones eran justas (cada participante recibía la misma cantidad), y otras distribuciones eran injustas (uno de los participantes recibía mayor cantidad de golosinas). Los bebes miraron por mayor cantidad de tiempo aquellas distribuciones injustas en comparación con las distribuciones justas, sugiriendo que las distribuciones injustas violaban las expectativas de justicia que los bebes tenían. Incluso se observó que, el grupo de bebes que mostró mayor sorpresa ante las distribuciones injustas, luego se comportó de forma más prosocial, que el grupo de bebés que no mostró signos de sorpresa. Esto indicaría una asociación entre un sentido de justicia y una preocupación social más desarrollada. Por otro lado, otros estudios mostraron que los bebés tienen preferencias por aquellas personas que se comportaron de una manera justa en contraposición a aquellas personas que se comportan de una manera injusta (Burns & Sommerville, 2014; Geraci & Surian, 2011).

Resultados parecidos mostraron que 19 meses que esperaban que un experimentador distribuya recursos de forma igualitaria, incluso bebes de 21 meses esperaban que dichas distribuciones fueran realizadas en base a los esfuerzos realizados en una tarea, es decir mostraron signos de tener en cuenta el principio del mérito o equidad a la hora de juzgar las distribuciones del experimentador (Sloane et al., 2012).

La aversión a la inequidad y la emocionalidad

Por otro lado, los estudios muestran que la aversión a la inequidad se caracteriza por un componente emocional de rechazo ante las distribuciones que son injustas, por ello Lo Bue y colaboradores (2010) estudiaron las respuestas emocionales de los niños ante distribuciones de stickers injustas. Los niños de 3 años que recibieron menos stickers se mostraron más infelices, miraron durante mayor tiempo lo que habían recibido sus compañeros y expresaron verbalmente su malestar. Sin embargo, ante las distribuciones que le resultaban a su favor, niños de entre 3 y 5 años no mostraron signos emocionales de malestar o descontento.

La aversión a la inequidad y otros tipos de distribución

      Además del componente emocional, la aversión a la inequidad implica llevar a cabo una conducta con el propósito de restaurar la equidad. En este sentido Shaw y Olson (2012) vieron que niños de 3 años al momento de realizar distribuciones, prefirieron descartar a la basura aquellos objetos excedentes antes de realizar una distribución injusta entre dos individuos. Esto permitió descartar la hipótesis de que los niños hubieran descartado los recursos por envidia o frustración, ya que ellos eran quienes realizaban las distribuciones hacia terceros. Estos mismos resultados se observaron con una muestra de niños sudafricanos (Shaw & Olson, 2012), pero no en estudios realizados con una muestra de niños chinos (Zhang & Benozio, 2021) y de niños ugandeses (Paulus, 2015). En estos últimos estudios, los niños prefirieron resultados inequitativos antes que descartar un recurso, pero en aquellos momentos en los cuales no era necesario descartar ningún recurso tendieron a preferir la equidad, dando cuenta de que la cultura podría tener un cierto efecto sobre estas conductas.

En esta misma línea se observó que los niños de 3 años también eran capaces de realizar distribuciones de recursos a terceros teniendo en cuenta el mérito de otros participantes (Baumard 2011), e incluso fueron capaces de realizar distribuciones basadas en méritos en las cuales ellos mismos participaban, es decir se repartieron menos recursos así mismos si no se habían esforzado lo suficiente o repartían menos recursos a su compañero si este no había colaborado (Kanngiesser & Warneken , 2012; Melis et al., 2013). Otro estudio (Moore, 2009) reveló que los niños tienden a ser más equitativos si están participando con amigos a diferencia de cuando están participando con conocidos o extraños.

A medida que el niño va creciendo comienza a aplicar otros principios, como ser el de necesidad. Niños de 7 años pudieron tener en cuenta la necesidad del receptor de su distribución a la hora de tomar la decisión, y a partir de los 9 años los niños mostraron ser capaces de integrar tanto el principio de mérito como de necesitad para tomar decisiones basadas en información más compleja (Kienbaum & Mairhofer, 2021).

También es importante diferenciar que, a la hora de realizar las distribuciones los niños son sensibles a los medios por los cuales se obtienen los recursos. Cuando los niños participan en juegos colaborativos en los cuales reciben beneficios por su esfuerzo tendieron a identificarse mayormente con los principios de justicia distributiva que cuando reciben beneficios sin un esfuerzo previo (Corbit et al., 2017; Blake et al., 2014). En esta misma línea Qui y colaboradores (2017) observaron que los niños de 6 años prefirieron los procesos injustos que los resultaban beneficiosos, pero no prefirieron los procesos injustos que los desfavorecían, en cambio los niños de 8 años tuvieron preferencia por los procesos justos indistintamente de cuál eran los beneficios que les tocaba.

Bases comportamentales de la aversión a la inequidad

Las nuevas investigaciones en el desarrollo de la justicia han dado cuenta de que los niños son conscientes de estas normas mucho antes de lo que se creía, sin embargo, tener el conocimiento no implica actuar acorde a él. Los niños pueden adherir a normas de equidad, entender que es lo correcto actuar de cierta forma, pero no realizarlos en la práctica (Blake et al., 2014; Smith et al., 2013). Tanto las teorías clásicas como las más actuales coinciden que existe un cambio en el niño que lo lleva desde un enfoque centrado en sí mismo y sus propios deseos, a gradualmente comenzar a incluir a los otros dentro de sus comportamientos de justicia (Damon, 1975; Hook & Cook, 1979; Kohlberg & Hersh, 1977; McAuliffe & Dunham, 2017).

Para McAuliffe y colaboradores (2017) estos cambios producidos en la niñez son posibles gracias a ciertos cambios cognitivos y neurales que se van dando en el niño. Una de las primeras claves para desarrollar la aversión a la inequidad es experimentar emociones negativas cuando se recibe menos que los demás, y esta emoción es la que los lleva a los niños a rechazar aquellas distribuciones en desventaja. Sin embargo, para rechazar aquellas distribuciones en las cuales se encuentra en ventaja, el niño debe desarrollar su control conductual, el cual incrementa a medida que el niño es más grande, y le permite comenzar a resolver el conflicto que se crea dentro de él cuándo obtiene una ventaja pero que sabe que es injusta.

Por otro lado, otros autores como Sheskin y colaboradores (2014), creen que esta diferencia entre el detectar lo que es justo y actuar concorde a ello tiene que ver con los beneficios que proporciona la conducta moral. La evaluación moral de otro requiere un costo bajo mientras que puede ser beneficial durante los primeros años de vida, pero actuar moralmente implicaría un costo mayor que no necesariamente tendría grandes beneficios en la infancia. Durante esta etapa de la vida él bebe se desarrolla gracias al cuidado del adulto y no necesita de la cooperación para sobrevivir. Sin embargo, a medida que crece y comienza a involucrarse en el mundo social y a preocuparse más por su reputación moral, lo que permitiría desarrollar sus conductas de justicia.

Conclusiones

El estudio de la aversión a la inequidad ha tenido un gran avance en las últimas décadas, lo cual ha permitido comprender con mayor profundidad este fenómeno que a primera vista resulta ilógico y contraintuitivo. El presente articulo revisa los aportes teóricos que describen y explican este fenómeno principalmente durante la etapa evolutiva de la niñez.

En primera instancia cuando una persona detecta una distribución de recursos injustas, siente una tensión y malestar dentro de sí que la lleva a buscar reestablecer la equidad. Ante esto, diferentes teorías intentan explicar porque los seres humanos habrían desarrollado esta capacidad dentro de las cuales se encuentran las teorías sociales y no sociales. Las primeras ponen el énfasis en los beneficios que este fenómeno trae para la mantener la cooperación, mientras que las segundas resaltan la importancia de este mecanismo para la supervivencia sin la necesidad de implicar a otros seres humanos.

Por otro lado, los estudios empíricos y experimentales con paradigmas modernos como el de la violación de la expectativa y el paradigma de la mirada preferencial estudiaron la aversión a la inequidad desde los primeros meses de vida, dando cuenta de su presencia desde muy tempano en la niñez. Estos hallazgos permiten pensar que es un fenómeno universal el cual esta enraizado en la biología humana que luego se va complejizando a lo largo del desarrollo. La noción de justicia comenzaría centrada en defender lo propio, para luego pasar a una noción altruista centrada en el bienestar y equidad social.      

Si bien el estudio de la aversión a la inequidad a generado un cumulo de conocimientos que hoy nos permiten comprender este fenómeno en mayor profundidad, todavía quedan esfuerzos por realizar principalmente orientado a generar intervenciones que permitan su desarrollo en aquellas personas que presenten bajos niveles de la misma, dado los beneficios de su presencia en los seres humanos.

Referencias

Adams, S. (1963). Towards an understanding of inequity. The journal of abnormal and social psychology, 67(5), 422. https://doi.org/10.1037/h0040968

André, J.-B., & Baumard, N. (2011). The Evolution of Fairness in a Biological Market. International Journal of Organic Evolution, 65(5), 1447-1456. https://doi.org/10.1111/j.1558-5646.2011.01232.x

Andreoni, J., & Bernheim, D. (2009). Social Image and the 50–50 Norm: A Theoretical and Experimental Analysis of Audience Effects. Econometrica, 77(5), 1607-1636. https://doi.org/10.3982/ECTA7384

Austin, W., & Walster, E. (1974). Reactions to confirmations and disconfirmations of expectancies of equity and inequity. Journal of Personality and Social Psychology, 30(2), 208–216. https://doi.org/10.1037/h0036622

Axelrod, R., & Hamilton, W. (1981). The Evolution of Cooperation. Science, 211(4489), 1390-1396. https://doi.org/10.1126/science.7466396

Bateson, M., Nettle, D., & Roberts, G. (2006). Cues of being watched enhance cooperation in a real-world setting. Biology letters, 2, 412–414. https://doi.org/10.1098/rsbl.2006.0509

Baumard, N., André, J.-B., & Sperber, D. (2013). A mutualistic approach to morality: The evolution of fairness by partner choice. Behavioral and Brain Sciences, 36(1), 59-78. https://doi.org/10.1017/S0140525X11002202

Becchetti, L. (2019). Beyond the homo economicus. Associazione Italiana per la Cultura della Cooperazione e del Non Profit, 3, 115-142. https://doi.org/10.1016/S0921-8009(00)00216-0

Blake, P., & McAuliffe, K. (2011). “I had so much it didn’t seem fair”: Eight-year-olds reject two forms of inequity. Cognition, 120(2), 215-224. https://doi.org/10.1016/j.cognition.2011.04.006

Blake, P., McAuliffe, K., & Warnaken , F. (2014). The developmental origins of fairness: the knowledge–behavior gap. Trends in Cognitive Sciences, 18(11), 559-561. https://doi.org/10.1016/j.tics.2014.08.003

Blake, P., McAuliffe, K., Corbit, J., Callaghan, T., Barry, O., Bowie, A., Kleutsch, L., Kramer, K., Ross, E., Vongsachang, H., Wrangham, R., & Warneken , F. (2015). The ontogeny of fairness in seven societies. Nature, 528, 258–261. https://doi.org/10.1038/nature15703

Bondü, R., & Elsner, B. (2015). Justice Sensitivity in Childhood and Adolescence. Social Development, 24(2), 420-441. https://doi.org/10.1111/sode.12098

Bräuer, J., Call, J., & Tomasello, M. (2006). Are apes really inequity averse? Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, 273, 3123–3128. https://doi.org/10.1098/rspb.2006.3693

Brosnan, S. (2011). A hypothesis of the co-evolution of cooperation and responses to inequity. Front. Neurosci, 5, 43. https://doi.org/10.3389/fnins.2011.00043

Brosnan, S., & de Waal, F. (2014). Evolution of responses to (un)fairness. Science, 346(6207). https://doi.org/DOI: 10.1126/science.1251776

Brosnan, S., Freeman, C., & de Waal , F. (2006). Partner's behavior, not reward distribution, determines success in an unequal cooperative task in capuchin monkeys. American Journal of Primatology, 68(7), 713-724. https://doi.org/10.1002/ajp.20261

Brosnan, S., Salwiczek, L., & Bshary, R. (2010). The interplay of cognition and cooperation. Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences, 365, 2699–2710. https://doi.org/10.1098/rstb.2010.0154

Burns, M., & Sommerville, J. (2014). “I pick you”: the impact of fairness and race on infants’ selection of social partners. Frontiers in psychology, 5, 93. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2014.00093

Buuunk, B., & VanYperen, N. (1989). Social comparison, equality, and relationship satisfaction: Gender differences over a ten-year period. Social Justice Research, 3(2), 157-180. https://doi.org/10.1007/BF01048064

Charness, G., & Rabin, M. (2000). Social preferences: Some simple tests and a new model. In General Economics and Teaching. University Library of Munich.

Chen, K., & Santos, L. (2006). Some Thoughts on the Adaptive Function of Inequity Aversion: An Alternative to Brosnan’s Social Hypothesis. Social Justice Research, 19(2), 201-207. https://doi.org/10.1007/s11211-006-0004-x

Chiang, Y.-S. (2010). Self-interested partner selection can lead to the emergence of fairness. Evolution and Human Behavior, 31(4), 265-270. https://doi.org/10.1016/j.evolhumbehav.2010.03.003

Choshen-Hillel, S., Shaw, A., & Caruso, E. (2018). Disadvantaged but not dissatisfied: How agency ameliorates negative reactions to unequal pay. Journal of Experimental Psychology: Applied, 24(4), 578–599. https://doi.org/10.1037/xap0000181

Cook, K., & Hegtvedt, K. (1983). Distributive justice, equity, and equality. Annual review of sociology, 9(1), 217-241. https://doi.org/10.1146/annurev.so.09.080183.001245

Corbit , J., McAuliffe, K., Callaghan, T., Blake, P., & Warnaken, F. (2017). Children’s collaboration induces fairness rather than generosity. Cognition, 186, 344-356. https://doi.org/10.1016/j.cognition.2017.07.006

Damon, W. (1975). Early Conceptions of Positive Justice as Related to the Development of Logical Operations. Child Development, 46(2), 301-312. https://doi.org/http://www.jstor.org/stable/1128122

Dawes, C., Fowler, J., Johnson, T., McElreath, R., & Smirnov, O. (2007). Egalitarian motives in humans. Nature, 446, 794–796. https://doi.org/10.1038/nature05651

Deutsch, M. (1975). Equity, Equality, and Need: What Determines Which Value Will Be Used as the Basis of Distributive Justice? Journal of Social issues, 31(3), 137–149. https://doi.org/10.1111/j.1540-4560.1975.tb01000.x

Falk, A., Fehr, E., & Fischbacher, U. (2008). Testing theories of fairness—Intentions matter. Games and Economic Behavior, 62(1), 287-303. https://doi.org/10.1016/j.geb.2007.06.001

Fehr , E., & Schmidt, K. (1999). A theory of fairness, competition, and cooperation. The quarterly journal of economics, 114(3), 817-868. https://doi.org/10.1162/003355399556151

Fehr, E., & Fischbacher, U. (2004). Third-party punishment and social norms. Evolution and Human Behavior, 25(2), 63–87. https://doi.org/10.1016/S1090-5138(04)00005-4Get

Gavaux, N., Nilsen, E., Bobocel, R., & Gault, S. (2020). Children's reactions to inequality: Associations with empathy and parental teaching. Journal of Applied Developmental Psychology, 70, 101189. https://doi.org/10.1016/j.appdev.2020.101189

Geraci, A., & Surian, L. (2011). The developmental roots of fairness: infants’ reactions to equal and unequal distributions of resources. Developmental Science, 14(5), 1012-1020. https://doi.org/10.1111/j.1467-7687.2011.01048.x

Greenberg, J., & Folger, R. (1983). Procedural justice, participation, and the fair process effect in groups and organizations. In Basic group processes (pp. 235-256). Springer, New York, NY.

Haidt, J. (2001). The emotional dog and its rational tail: A social intuitionist approach to moral judgment. Psychological Review, 108(4), 814–834. https://doi.org/10.1037/0033-295X.108.4.814

Haley, K., & Fessler, D. (2005). Nobody's watching? Subtle cues affect generosity in an anonymous economic game. Evolution and Human Behavior, 6(3), 245-256. https://doi.org/10.1016/j.evolhumbehav.2005.01.002

Holper, L., Burke, C., Fausch, C., Seifritz, E., & Tobler , P. (2018). Inequality signals in dorsolateral prefrontal cortex inform social preference models. Social Cognitive and Affective Neuroscience, 13(5), 513–524. https://doi.org/10.1093/scan/nsy020

Hook, J., & Cook, T. (1979). Equity theory and the cognitive ability of children. Psychological Bulletin, 86(3), 429–445. https://doi.org/10.1037/0033-2909.86.3.429

Houser, D., Montinari, N., & Piovesan, M. (2012). Private and Public Decisions in Social Dilemmas: Evidence from Children’s Behavior. PLoS ONE , 8(e41568), 7. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0041568

Kanngiesser, P., & Warneken , F. (2012). Young Children Consider Merit when Sharing Resources with Others. PloS one, 8(8), e43979. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0043979

Kienbaum, J., & Mairhofer, S. (2021). Need, effort, or integration? The development of intuitive distributive justice decisions in children, adolescents, and adults. Social Develpment. https://doi.org/10.1111/sode.12563

Kohlberg, L., & Hersh, R. (1977). Moral development: A review of the theory. Theory Into Practice, 16, 53-59 . https://doi.org/10.1080/00405847709542675

Lane, I., & Messe, L. (1972). Distribution of insufficient, sufficient, and oversufficient rewards: A clarification of equity theory. Journal of Personality and Social Psychology, 21(2), 228–233. https://doi.org/10.1037/h0032222

Leventhal, G. (1980). What Should Be Done with Equity. Springer, https://doi.org/10.1007/978-1-4613-3087-5_2

Leventhal, G., Popp, A., & Sawyer, L. (1973). Equity or Equality in Children's Allocation of Reward to Other Persons? Child Development, 44(4), 753-763. https://doi.org/10.2307/1127720

Levitt, S., & List, J. (2008). Homo economicus Evolves. Science, 319(5865), 909-910. https://doi.org/10.1126/science.1153640

Li, Q., Xu, F., & Wang, L. (2018). Advantageous Inequity Aversion Does Not Always Exist: The Role of Determining Allocations Modulates Preferences for Advantageous Inequity. Front. Psychol, 9, 749. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2018.00749

LoBue, V., Nishida, T., Chiong, C., DeLoache, J., & Haidt, J. (2010). When Getting Something Good is Bad: Even Three-year-olds React to Inequality. Social Development, 20(1), 154-170. https://doi.org/10.1111/j.1467-9507.2009.00560.x

LoBue, V., Nishida, T., Chiong, C., DeLoache, J., & Haidt, J. (2011). When Getting Something Good is Bad: Even Three-year-olds React to InequalityS. Social Development, 20(1), 154-170. https://doi.org/10.1111/j.1467-9507.2009.00560.x

Loewenstein, G., Thompson, L., & Bazerman, M. (1989). Social utility and decision making in interpersonal contexts. Journal of Personality and Social psychology, 57(3), 426. https://doi.org/https://doi.org/10.1037/0022-3514.57.3.426

Martin, J., Young, L., & McAuliffe, K. (2019). The psychology of partner choice. PsyArXiv. https://doi.org/10.31234/osf.io/weqhz.

Massen , J., Van Den Berg, L., Sprujit, B., & Sterck, E. (2012). Inequity aversion in relation to effort and relationship quality in longtailed macaques (Macaca fascicularis). American Journal of Primatology, 74(2), 145-156. https://doi.org/10.1002/ajp.21014

McAuliffe, K. (2013). The Evolution and Development [Doctoral dissertation, Harvard University] https://doi.org/Retrieved from https://www.proquest.com/dissertations-theses/evolution-development-inequity-aversion/docview/1417093156/se-2?accountid=40137

McAuliffe, K., & Dunham, Y. (2017). Fairness overrides group bias in children’s second-party punishment. Journal of Experimental Psychology: General, 146(4), 485–494. https://doi.org/10.1037/xge0000244

McAuliffe, K., Blake , P., Steinbeis, N., & Warneken, F. (2017). The developmental foundations of human fairness. Nature Human Behaviour, 1, 0042. https://doi.org/10.1038/s41562-016-0042

McAuliffe, K., Blake, P., & Warnaken , F. (2014). Children reject inequity out of spite. Biol. Lett., 10(12), 20140743. https://doi.org/10.1098/rsbl.2014.0743

McAuliffe, K., Blake, P., & Warnaken, F. (2020). Costly fairness in children is influenced by who is watching. Developmental Psychology, 56(4), 773–782. https://doi.org/10.1037/dev0000888

McAuliffe, K., Blake, P., Kim, G., Wrangham, R., & Warnaken Felix. (2013). Social Influences on Inequity Aversion in Children. PloS one, 8(12), e80966. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0080966

McCrink, K., Bloom, P., & Santos, L. (2010). Children's and adults' judgments of equitable resource distributions. Developmpental Science, 13(1), 37-45. https://doi.org/10.1111/j.1467-7687.2009.00859.x

Melis, A., Altrichter, K., & Tomasello, M. (2013). Allocation of resources to collaborators and free-riders in 3-year-olds. Journal of Experimental Child Psychology, 114(2), 364-370. https://doi.org/10.1016/j.jecp.2012.08.006

Moore, C. (2009). Fairness in Children's Resource Allocation Depends on the Recipient. Psychological Scince, 20(8), 944-94. https://doi.org/10.1111/j.1467-9280.2009.02378.x

Nichols, S. (2010). Emotions, norms, and the genealogy of fairness. Politics, Philosophy & Economics., 9(3), 275-296. https://doi.org/10.1177/1470594X09345478

Oberliessen , L., & Kalenscher, T. (2019). Social and Non-social Mechanisms of Inequity Aversion in Non-human Animals. Front. Behav. Neurosci., 13(133). https://doi.org/10.3389/fnbeh.2019.00133

Paulus, M. (2015). Children’s inequity aversion depends on culture: A cross-cultural comparison. Journal of Experimental Child Psychology, 132, 240-246. https://doi.org/10.1016/j.jecp.2014.12.007

Prétôt, L., Gonzalez, G., & McAuliffe, K. (2020). Children avoid inefficient but fair partners in a cooperative game. Scientific Reports, 10(10511). https://doi.org/10.1038/s41598-020-65452-9

Qiu, X., Yu, J., Li, T., Cheng, N., & Liqi, Z. (2017). Children’s Inequity Aversion in Procedural Justice Context: A Comparison of Advantageous and Disadvantageous Inequity. Frontiers in psychology (8), 1855. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2017.01855

Roma, P., Silberg, A., Ruggiero, A., & Suomi, S. (2006). Capuchin monkeys, inequity aversion, and the frustration effect. Journal of Comparative Psychology, 120(1), 67–73. https://doi.org/10.1037/0735-7036.120.1.67

Schmidt, M., & Sommerville, J. (2011). Fairness Expectations and Altruistic Sharing in 15-Month-Old Human Infants. PloS one, 6(10), e23223. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0023223

Shaw, A. (2016). Fairness: What it isn’t, what it is, and what it might be for. In Evolutionary perspectives on child development and education (pp. 193-214). Springer, Cham.

Shaw, A., & Olson, K. (2012). Children Discard a Resource to Avoid Inequity. Journal of Experimental Psychology: General, 141(2), 382–395. https://doi.org/10.1037/a0025907

Sheskin, M., Chevallier, C., Lambert, S., & Baumard, N. (2014). Life-history theory explains childhood moral development. Trends in Cognitive Sciences, 18(12), 613-615. https://doi.org/10.1016/j.tics.2014.08.004

Sloane, S., Baillargeon, R., & Premack, D. (2012). Contents. Psychological Science, 23(2), 196-204. https://doi.org/10.1177/0956797611422072

Smith, C., Blake, P., & Harris, P. (2013). I Should but I Won’t: Why Young Children Endorse Norms of Fair Sharing but Do Not Follow Them. PLOS ONE, 8(8), 10.1371/annotation/4b9340db-455b-4e0d-86e5-b6783747111f. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0059510

Sprecher, S. (2018). Inequity Leads to Distress and a Reduction in Satisfaction: Evidence from a Priming Experiment. Journal of Family Issues, 39(1), 230–244. https://doi.org/10.1177/0192513X16637098

Sutter, M. (2007). Outcomes versus intentions: On the nature of fair behavior and its development with age. Journal of Economic Psychology, 28(1), 69-78. https://doi.org/10.1016/j.joep.2006.09.001

Tabibnia , G., Satpute, A., & Lieberman , M. (2008). The sunny side of fairness: preference for fairness activates reward circuitry (and disregarding unfairness activates self-control circuitry). Psychological science, 19(4), 339-347. https://doi.org/10.1111/j.1467-9280.2008.02091.x

Tsoi, L., & McAuliffe, K. (2020). Individual Differences in Theory of Mind Predict Inequity Aversion in Children. Personality and Socia Psychology Bulletin, 46(4), 559-571. https://doi.org/10.1177/0146167219867957

van den Bos , K., Lind, A., Vermunt, R., & Wilke, H. (1997). How Do I Judge My Outcome When I Do Not Know the Outcome of Others? The Psychology of the Fair Process Effect. Journal of Personality and Social Psychology, 72(5), 1034-1046. https://doi.org/10.1037/0022-3514.72.5.1034

van den Bos, K., Peters, S., Bobocel, R., & Ybema, J. F. (2006). On preferences and doing the right thing: Satisfaction with advantageous inequity when cognitive processing is limited. Journal of Experimental Social Psychology, 42(3), 273-289. https://doi.org/10.1016/j.jesp.2005.04.003

van den Bos, K., Wilke, H., Lind, A., & Vermunt, R. (1998). Evaluating outcomes by means of the fair process effect: Evidence for different processes in fairness and satisfaction judgments. Journal of Personality and Social Psychology, 74(6), 1493–1503. https://doi.org/10.1037/0022-3514.74.6.1493

Walster, E., Berscheid, E., & Walster, W. (1973). New directions in equity research. Journal of Personality and Social Psychology, 25(2), 151–176. https://doi.org/10.1037/h0033967

Yamagishi, T., Horita, Y., Takagishi, H., Shinada, M., Tanida, S., & Cook, K. (2009). The private rejection of unfair offers and emotional commitment. Proceedings of the National Academy of Sciences, 106(28), 11520-11523. https://doi.org/10.1073/pnas.0900636106

Yu, H., Lu, C., Gao, X., Shen, B., Liu, K., Li, W., Xiao, Y., Yang, B., Zhao, X., Crockett, Molly. J., & Zhou, X. (2022). Explaining Individual Differences in Advantageous Inequity Aversion by Social-Affective Trait Dimensions and Family Environment. Social Psychological and Personality Science, 13(2), 626–637. https://doi.org/10.1177/19485506211027794

Yu, R., Calder, A., & Mobbs, D. (2014). Overlapping and distinct representations of advantageous and disadvantageous inequality. Human Brain Mapping, 36(7), 3290-3301. https://doi.org/10.1002/hbm.22402

Zhang, Z., & Benozio, A. (2021). Waste Aversion Reduces Inequity Aversion Among Chinese Children. Child Development, 92(6), 2465-2477. https://doi.org/10.1111/cdev.13586