Adults in climacteric stage: relationship between attitudes towards sexuality and experiential avoidance
Recepción del artículo: 08-05-2023 | Aceptación del artículo: 17-07-2023
1 María Florencia Capitini Bruno
1,2 Universidad de Buenos Aires, (Argentina)
Para referenciar este artículo: Capitini Bruno, M. F. y Grasso-Imig, P. (2023). Adultos en etapa de climaterio: relación entre actitudes hacia la sexualidad y evitación experiencial. Revista ConCiencia EPG, 8(2), 161-178. https://doi.org/10.32654/ConCiencia.8-2.9
Autor corresponsal: Paula Grasso Imig paula.grasso@uai.edu.ar
Resumen
l presente trabajo tuvo como objetivo indagar la relación entre las Actitudes hacia la Sexualidad y la Evitación Experiencial. Se realizó un estudio descriptivo, correlacional, de diferencias entre grupo, con un diseño transversal, no experimental y la muestra estuvo constituida por 246 personas. Para la medición de Evitación Experiencial se utilizó la validación al español del Acceptance and Action Questionnaire II (AAQ II) (Patrón Espinosa, 2010) y para Actitudes hacia la sexualidad se utilizó la Encuesta Revisada de Opinión Sexual (EROS) (Del Rio Olvera, López Vega & Cabello Santamaría, 2013). Los resultados obtenidos mostraron que las personas que presentan mayor Evitación Experiencial presentan menor Erotofobia. Además, se observó que los hombres presentan mayor Evitación Experiencial y menor Erotofobia que las mujeres. Asimismo, se encontró una asociación positiva en lo que refiere a Sexo no Convencional en los hombres; en el resto de las variables no se hallaron asociaciones. En cuanto a las mujeres sólo se encontró una asociación negativa entre Homofobia y Evitación Experiencial.
Palabras claves: Actitudes hacia la sexualidad - Evitación Experiencial - Climaterio.
Abstract
he objective of this work was to investigate the relationship between Attitudes towards Sexuality and Experiential Avoidance. A descriptive, correlational study of differences between groups was carried out, with a cross-sectional, non-experimental design and the sample consisted of 246 people. To measure Experiential Avoidance, the Spanish validation of the Acceptance and Action Questionnaire II (AAQ II) (Patrón Espinosa, 2010) was used, and the Revised Sexual Opinion Survey (EROS) (Del Rio Olvera, López Vega) was used for Attitudes towards sexuality. & Cabello Santamaria, 2013). The results obtained showed that people who present greater Experiential Avoidance present less Erotophobia. In addition, it was observed that men present greater Experiential Avoidance and less Erotophobia than women. Likewise, a positive association was found in terms of Non-Conventional Sex in men; No associations were found in the rest of the variables. Regarding women, only a negative association was found between Homophobia and Experiential Avoidance.
Key words: Attitudes towards sexuality - Experiential Avoidance - Climacteric
Introducción
a sexualidad es un aspecto elemental en la vida del ser humano, que se encuentra presente a lo largo de la vida. La misma incluye dimensiones físicas, psicológicas, culturales, espirituales, sociales, económicas y políticas. El acto sexual no sólo abarca una fuente de placer y bienestar sino también una forma de expresión de emociones como el amor, el afecto y se encuentra vinculada al desarrollo de la identidad (Organización Mundial de la Salud, 2006).
Por otra parte, la vida adulta está caracterizada por la movilidad y pluralidad de actitudes, conductas y experiencias que se pueden encontrar en la vida diaria y la organización social en el que se desarrollan las diferentes posibilidades de vivir la sexualidad. La etapa adulta envuelve una amplia categoría de edades. Este hecho conlleva cambios significativos en las formas de la vida sexual. En esta línea, resulta pertinente la aclaración de algunos términos, que serán abordados a continuación.
Actitudes hacia la sexualidad
Se definen como una predisposición a opinar, sentir y actuar ante diferentes estímulos sexuales, situaciones, personas, normas, costumbres, conductas sexuales, entre otras (López & Fuertes, 1997). De esta manera, los diferentes cambios que se producen en la etapa de climaterio pueden repercutir de manera positiva o negativa en las actitudes, entendiendo a las primeras como erotofilia y a las segundas como erotofobia (Fisher & Hall, 1988). Cuando el individuo presenta una predisposición negativa hacia ciertos estímulos en los que peligran su integridad, presenta una tendencia a evitar esas experiencias particulares por miedo al sufrimiento, y utiliza recursos para evadir tanto dichos eventos como las causa que los genera, obteniendo así una sensación de efectividad a corto plazo. Sin embargo, al utilizar con frecuencia recursos evitativos, esto se tornará contraproducente llevándolo a presentar conductas desadaptativas y patológicas (Prieto Ursúa, 2006). Es por esta razón, que los cambios que deben atravesar hombres y mujeres en la etapa de climaterio pueden influenciar en las actitudes hacia la sexualidad, provocando comportamientos positivos o negativos.
Por su parte, Rubio (1994), para abordar la sexualidad, organiza una relación de cuatro ejes: la reproductividad, como la capacidad de producir individuos semejantes al progenitor; el género, que alude a la categoría de masculino o femenino; el erotismo, comprendido como la proximidad que incluye la atracción, la excitación sexual, la capacidad de experimentar orgasmos; y por último la vinculación afectiva, la cual implica la capacidad de desarrollar afectos intensos ante la presencia o ausencia, disponibilidad o no de otro sujeto. De esta forma, el autor describe a la actitud como un estado mental y neurofisiológico de disponibilidad de un individuo hacia objetos o situaciones que se relacionan con el mismo.
A pesar de que no se encuentren conceptos explícitos en lo que respecta a las actitudes hacia la sexualidad, existe una diversidad de conceptos utilizados que están relacionados con el tema, desde el concepto de permisividad sexual, liberalismo y conservadurismo, y erotofilia y erotofobia (López & Fuertes, 1997). El concepto de permisividad sexual se ha asociado con el grado de afecto involucrado en una relación, siendo las personas más permisivas aquellas que aceptan diferentes tipos y variedades de comportamientos sexuales con menos afecto, es por ello que se utiliza la permisividad sexual para referirse a relaciones sin ningún compromiso social, es decir solamente interacciones sexuales (Reiss, 1964).
En lo que respecta al constructo conservadurismo-liberalismo sexual, Hudson, Murphy y Nurius (1983), han considerado un continuo bipolar, donde el polo del conservadurismo se presenta en los individuos que sienten que la expresión de la sexualidad debe ser limitada y regulada, y por el contrario, en el sentido del liberalismo, las personas sienten que la expresión de la sexualidad debe ser abierta, libre y sin restricciones.
En cuanto a los conceptos de erotofobia y erotofilia se han definido como la disposición aprendida que presenta el individuo a responder ante diferentes estímulos sexuales a lo largo de un continuo bipolar de afecto y evaluación, que se extiende desde un polo negativo, que es justamente la erotofobia, hasta un polo positivo, llamado erotofilia. Dicho de otra manera, las personas que se encuentran cerca del polo negativo (erotofobia) responden ante los estímulos sexuales con emociones y valoraciones negativas, por lo tanto, mostraran conductas más evitativas. Por su parte, aquellos que responden ante los estímulos sexuales con emociones y estimaciones más favorables y positivas (erotofilia), muestran una mayor búsqueda de estímulos sexuales (Fisher, White, Byrne & Kelley, 1988).
En otras palabras, la erotofobia-erotofilia hace referencia a la actitud que presenta el sujeto hacia diversos estímulos sexuales, que se mantienen estables en el tiempo. No obstante, esta predisposición puede modificarse a partir de las experiencias sexuales que cada sujeto va desarrollando a lo largo de su vida, tanto con valoraciones positivas o como negativas. Es por esto, que la erotofobia y la erotofilia son la valoración, apreciación y proceder hacia estímulos sexuales internos o externos, que el sujeto interpretará de forma negativa o positiva, siendo la experiencia personal y el comportamiento aprendido el resultado determinante (Fisher et al., 1988).
Evitación experiencial
Se trata de un fenómeno que se presenta cuando una persona no está dispuesta a estar en contacto con experiencias privadas, como diferentes tipos de sensaciones corporales, pensamientos, recuerdos y predisposiciones conductuales. Este rechazo para estar en contacto con estos eventos particulares conduce a la persona a intentar alterar la forma en que se presentan, la frecuencia y el motivo que las causa (Hayes, Wilson, Gifford, Follette & Strosahl ,1996). El estar triste, sentirse frustrado o sentir temor, se ha relacionado con estados negativos que llegan a ser inaceptables, dado que el sufrimiento tiene alcances verbales que se han instalado en el contexto lingüístico de la comunidad. En este sentido, se infiere una relación entre el sufrimiento y el fenómeno de percepción de control, con el fin de buscar un estado de satisfacción o plenitud (Hayes, 2004). De esta manera, al buscar estados de bienestar, las personas formulan comportamientos con el objetivo de evitar, escapar y rechazar el contacto con experiencias negativas que le provocan sufrimiento (Bayes, 1998). En la actualidad, sentirse bien es igual a normalidad y sufrimiento es sinónimo de anormalidad, entonces, las personas se encuentran en la búsqueda de controlar dichas experiencias particulares, manipulando el contexto en que se presentan, la continuidad y el origen que las provoca. De esta manera, suprimir, ignorar, menospreciar y evitar situaciones de incomodidad o malestar se convierte en un continuo en las sociedades modernas, en donde se encuentra instaurado que el malestar y el sufrimiento es un impedimento para poder ser feliz, asociado a la anormalidad y a la enfermedad. Es decir, en las sociedades modernas hay un continuo que se ha insaturado de que la angustia o el malestar es un sinónimo de enfermedad que se debe evitar, sin tener en cuenta las consecuencias psicológicas, fisiológicas y sociales que esto acarrea (Wilson & Luciano, 2002).
En adición, Prieto Ursúa (2006) postula que las personas tratan de evitar a cualquier precio la mínima sensación de disgusto o malestar, y contrariamente, esta evitación tiene como consecuencia impedir procedimientos para alcanzar el placer que consisten esencialmente en la oposición y sus efectos. En la actualidad, la intolerancia se hace cada vez más presente y cotidiana, las personas buscan experiencias apasionantes, novedosas y excitantes, y una satisfacción inmediata o a corto plazo, asociando al aburrimiento una vida embotada y artificial. Para el autor el pretender sortear escenarios que generen angustia y molestia, simboliza sustraerse de una parte intrínseca de la vida misma. Por lo tanto, la evitación experiencial se constituye en un proceso, no una expresión teórica, el cual puede comprenderse a través de la relación bidireccional de la conducta verbal necesaria para relacionarse socialmente (Ribes, Torres & Martínez, 1996).
Wilson y Luciano (2002), indican que los seres humanos evitan de manera sistemática y continua lo que les genera malestar, desarrollando como consecuencia una vida restringida, puesto que al intentar evitar experiencias particulares que le resulten aversivas, termina extendiendo el sufrimiento en todos los ámbitos en los que el individuo se desarrolla, ya que el costo de evitar deja de lado las preferencias y motivaciones del individuo. De este modo, el individuo vive inmerso en un espacio de escape creyendo que es lo correcto, no pudiendo conseguir un efecto a largo plazo. En consecuencia, el sufrimiento y el malestar se presentan en forma continua. Es así como la evitación se va adquiriendo en el tiempo y termina limitando a la persona en varios aspectos de su vida, que puede incluir al área de la sexualidad.
Climaterio
En cuanto al climaterio es definido como un periodo entre la madurez y la vejez que atraviesan hombres y mujeres, donde ambos se ven afectados por diferentes cambios tanto psicológicos como biológicos, sociales y afectivos. Estos cambios de una u otra manera pueden afectar la vida en general (Heredia Hernández & Lugones Botella, 2007). En el hombre, el síndrome de declinación testicular o andropausia está caracterizado por diferentes manifestaciones como la disminución del deseo sexual, disfunción eréctil, perdida de bello corporal como también musculatura, tendencia al exceso de peso, cambios en el humor, disminución intelectual, fatiga, depresión, irritabilidad, entre otros. A nivel social, se produce una desvaloración masculina, debido a la alteración en la respuesta sexual y la falta de confianza (Pérez Martínez, Ureta Sánchez & Siviardo de León, 2002). En la mujer este cambio se llama menopausia, y se trata del periodo de transformación que tiene como consecuencia la pérdida gradual de la función ovárica, por causa de la disminución de los estrógenos y progesterona, hormonas que cumplen funciones importantes en el organismo, como en los genitales, corazón, aparato circulatorio, sistema nervioso y sistema endócrino. Es por esta razón, que la mirada sobre este fenómeno que atraviesa la mujer debe ser contemplado de forma integral, ya que están involucrados diversos procesos, que son tanto emocionales, fisiológicos, endocrinos, psicosexuales, sociales y familiares (Serpa Fonnegra & Ramírez Bojacá, 2009). Para abordar la sexualidad es necesario tener en cuenta la relación de diferentes ejes: la reproductividad, como la capacidad de producir individuos; el género, que alude a la categoría de masculino o femenino e incluye la atracción; y, la vinculación afectiva, la cual implica la capacidad de desarrollar afectos intensos ante la presencia o ausencia, disponibilidad o no de otro sujeto.
Diversas investigaciones se han encargado de abordar el tema de las actitudes hacia la sexualidad en adultos. Así, un par de estudios encontraron que los hombres tenían mayor erotofilia que las mujeres. Del mismo modo, aquellos individuos con pareja, de orientación sexual bisexual, quienes residían en poblaciones de mayor cantidad de habitantes, quienes no circunscribían a prácticas religiosas y quienes poseían ideología política de izquierda, fueron los que presentaron mayores actitudes positivas hacia la sexualidad (Narváez Montaño & Valverde Palomeque, 2018; Perla, Sierra, Vallejo Medina & Gutiérrez Quintanilla, 2009). Por otro lado, se ha encntrado que la sexualidad en esta etapa posee para las mujeres una carga negativa, que se relacionan con los síntomas propios de la etapa, siendo la falta de deseo sexual uno de los malestares que más las aquejan. La pasividad sexual y la desvalorización que realizan las mujeres respecto a su imagen y cuerpo son otros factores que influyen en las limitaciones del disfrute sexual. Asimismo, señala que gran parte de las mujeres refiere dificultades para aceptar los cambios de la etapa, miedo, ansiedad y estado depresivos. A partir de los resultados se infiere que en esta etapa las mujeres poseen una actitud negativa hacia la sexualidad (García Tirada, 2009; Orozco & Rodríguez, 2006; Rivera Moya & Bayona Abello, 2014; Zapiain, 2013).
Por su parte, Salazar, Paravic y Barriga (2012) realizaron una investigación sobre la percepción de los hombres y sus parejas sobre la calidad de vida en el climaterio masculino. Se determinó que existe un porcentaje importante de hombres que presentan un deterioro severo en su calidad de vida. Así pues, han manifestado un alto grado de acuerdo respecto a la presencia de sintomatología como: irritabilidad, dolor muscular, dolor en las articulaciones, agotamiento físico, disminución de la fuerza muscular, disminución del rendimiento y deseo sexual, disminución de erecciones, estado de ánimo depresivo y ansiedad. De una manera integrada y congruente con lo antes mencionado, Del Río Olvera, López Vega y Cabello Santamaría (2013) hallaron mayores niveles de erotofobia en mujeres que en hombres, es decir que las mujeres presentaron mayores niveles de actitudes negativas a la sexualidad que los hombres.
Asimismo, encontraron diferencias estadísticamente significativas afirmando que los hombres de la muestra presentaron un mayor grado de erotofilia que las mujeres. Asimismo, Leiva Díaz, Arguedas Medino, Hidalgo Castillo y Navarro Vargas (2014), encontraron que las personas que se encuentran en la etapa de adultez intermedia poseen un vacío de información con respecto al proceso de vida que atraviesan, manejando conceptos erróneos, mitos y tabúes que afectan de manera negativa la vivencia plena de la misma. Aseguran que dicho desconocimiento sumado al miedo, la ansiedad y la baja autoestima producto de prejuicios sociales, reducen las posibilidades de actuar o enfrentar la realidad de los cambios que presentan.
En lo que refiere a la Evitación Experiencial, diversas investigaciones sostienen que esta variable media los efectos de afrontar pasivamente el aumento de la ansiedad y la depresión y la disminución del bienestar emocional y psicológico. En efecto, una persona que es propensa a utilizar la evitación experiencial en situaciones estresantes tiene un mayor riesgo de desarrollar psicopatología y una salud mental más baja. Además, sugirieron que las personas que obtienen altas puntuaciones en evitación experiencial pueden llegar a percibirse a sí mismas como menos capaces de regular sus respuestas emocionales (Barajas, 2015; Fledderus, Bohlmeijer y Pieterse, 2010; Karekla & Panayiotou, 2011; Patrón Espinosa, 2010; Spinhoven, Van Hemert & Pennix, 2017; Valencia et al., 2017).
Teniendo en cuenta lo antes expuesto, el objetivo central de este estudio es determinar si las actitudes hacia la sexualidad se asocian a la evitación experiencial, ya que establecer esto aportaría evidencia que permitiría mejorar las estrategias para abordar estos temas, mejorando la calidad de vida de las personas adultas, más específicamente en la etapa de climaterio, en la cual –en función de las investigaciones- se ha reportado un malestar general.
Método
Se realizó un estudio descriptivo correlacional, de diferencias entre grupos, con un diseño no experimental, de corte transversal.
Participantes: La muestra estuvo compuesta por 243 adultos. El tipo de muestreo fue intencional simple. Los participantes mostraron un rango etario entre 40 y 63 años (M= 45.75; DE= 4.69). En cuanto al sexo, la mayoría indicaron femenino (51 %; varones 49%). En lo que refiere al Estado Civil, la mayoría indicó estar casada/o (39.5%), seguidos por aquellos que se encontraban en pareja (18,1%); en tercer lugar, los divorciados (14,4%), seguido por los solteros (14%). En lo que refiere al concubinato y viudez fueron los que quedaron al final con 12,8% y 1,2%, respectivamente. Para la variable que indaga si los participantes tienen hijos o no, el 74.5% indicó que sí, el resto que no.
Instrumentos: se utilizó la encuesta de datos sociodemográficos. Releva información sobre sexo (femenino, masculino), edad (en años), estado civil, si tiene o no hijos, orientación sexual, zona de residencia. Además, se restrillaron algunos aspectos teóricos respecto del climaterio, tales como preocupación corporal, falta de deseo sexual, cambios de humor, irritabilidad, cansancio y cambios corporales.
- Encuesta Revisada de Opinión Sexual (EROS), en su adaptación y validación española realizada por Del Rio Olvera et al. (2013), sobre el cuestionario original Sexual Opinion Survey (SOS). La escala evalúa las actitudes hacia la sexualidad a lo largo de un continuo que se extiende desde un polo negativo (erotofobia) hasta un polo positivo (erotofilia). En su proceso de adaptación y validación se realizó el análisis de fiabilidad arrojando una consistencia interna alta (α = .851). El cuestionario consta de 20 ítems con formato de respuesta tipo Likert que oscila desde “Totalmente en desacuerdo” a “Totalmente de acuerdo”. Cabe aclarar que contiene tanto ítems directos como indirectos y estos se distribuyen en 4 dimensiones: Erotofobia, Erotofilia, Homofobia y Sexo No convencional.
- Acceptance and Action Questionnaire II (AAQ II). Se utilizó la validación al español realizada en México por Patrón Espinosa (2010). El cuestionario unifactorial tiene como principal objetivo obtener una medida general sobre la evitación experiencial. Está conformado por 10 ítems con forma de respuesta tipo Likert con un total de siete opciones que van desde “Nunca es verdad” a “Siempre es verdad”, los reactivos 1, 6 y 10 puntúan de forma inversa. A mayor puntuación mayor evitación experiencial. En el proceso de adaptación y validación la escala obtuvo una consistencia interna alta (α = .89) (Patrón Espinosa, 2010).
Procedimiento: Los participantes fueron adultos que tuviesen entre 40 y 65 años. La participación fue voluntaria, se informó mediante consentimiento informado, según la Ley Nacional 25.326 de protección de los datos personales, que los datos obtenidos en esta investigación serían utilizados con fines exclusivamente científicos. En cuanto al análisis de los datos se llevaron a cabo con el programa estadístico SPSS 25 y se realizaron análisis de correlaciones y de diferencias entre grupos, con estadísticos no paramétricos, ya que la distribución de las variables resultó no normal. Para todos los casos, el tamaño del efecto fue valorado según Cohen (1988), quien plantea para r valores de .10, .30 y .50 y para g de Hedges valores de .20, .50 y .80, representando para cada caso efectos bajo, medio y fuerte respectivamente.
Resultados
Para dar cuenta de la asociación entre las variables, se llevaron a cabo correlaciones con el estadístico Rho de Spearman, entre Evitación Experiencial (que es unidimensional) y las dimensiones de Actitudes hacia la Sexualidad, dividiendo la muestra según la variable sexo. Se observa que 3 de las dimensiones de Actitudes hacia la Sexualidad (Éterofobia, Éterofilia SNC) presentan asociación con la variable Evitación Experiencial en el caso de la categoría masculino (p < .05), siendo negativa en el caso de Erotofobia y Erotofilia y positiva para SNC. Para el caso de la categoría femenino, los resultados hallados muestran que sólo la categoría Homofobia, de Actitudes hacia la sexualidad, mostró relación con Evitación experiencial (p= .035; r= -189), siendo esta negativa; en el resto de las asociaciones los resultados no resultaron estadísticamente significativos (p > .05) (Tabla 1).
Tabla
1
Relación entre Evitación experiencial y
Actitudes hacia la sexualidad
Masculino |
|
Actitudes hacia la sexualidad |
||||
Erotofobia |
Erotofilia |
Homofobia |
SNC |
|||
Evitación experiencial |
p |
.000 |
.002 |
.552 |
.036 |
|
|
-.449 |
-.329 |
.055 |
.193 |
||
Femenino |
|
Actitudes hacia la sexualidad |
||||
Erotofobia |
Erotofilia |
Homofobia |
SNC |
|||
Evitación experiencial |
p |
.051 |
.423 |
-.035 |
.902 |
|
|
-.176 |
-.073 |
.189 |
.011 |
Luego, se procedió a realizar un análisis de diferencias entre grupos, para obtener una perspectiva más amplia, que complemente el análisis anterior. Para esto, se determinó como variable de agrupación sexo y como variables dependientes las dimensiones de Actitudes hacia la sexualidad y Evitación experiencial, usando el estadístico U de Mann Whitney. En cuanto a la variable Evitación experiencial, se han encontrado diferencias, con valores mayores para la categoría masculino respecto de la categoría femenino (Masc. Mdn= 32; Rango= 9; Fem. Mdn= 31; Rango= 16; U= 109, p= .000, g de Hedges= .25). En lo que refiere a Actitudes hacia la sexualidad, se registraron diferencias estadísticamente para 3 de las dimensiones: Erotofobia, Homofobia y SNC (p> .05). Para el caso de la primera, la diferencia fue a favor de la categoría femenino, en las dos restantes a favor de la categoría masculino (Tabla 2).
Tabla
2
Prueba U de Mann Whitney para variable de
agrupación Sexo
|
U |
p |
Mdn |
Rango |
g de Hedges |
|||
Fem. |
Masc. |
Fem. |
Masc. |
|||||
Actitudes hacia la sexualidad |
Erotofobia |
77.00 |
.00 |
31 |
32.50 |
16.00 |
9.00 |
.29 |
Erotofilia |
75.50 |
.24 |
30.50 |
31.50 |
13.00 |
13.00 |
.05 |
|
Homofobia |
39.00 |
.03 |
26.00 |
23.50 |
14.00 |
5.00 |
.81 |
|
SNC |
61.50 |
.00 |
37.00 |
38.50 |
13.00 |
6.00 |
.55 |
Discusión
La finalidad del presente trabajo fue indagar la relación entre las actitudes hacia la sexualidad y la evitación experiencial en adultos en etapa de climaterio. En primera instancia, se observa a partir de los resultados obtenidos en las correlaciones, con la muestra divida por la variable Sexo como criterio, que la mayor cantidad de asociaciones se dio en el grupo masculino, mientras que para femenino sólo se encontró en una de ellas. Asimismo, el análisis de comparación entre grupos arrojó diferencias estadísticamente significativas para el grupo de los hombres en la mayoría de los casos y sólo una a favor del grupo de las mujeres. En este punto, podría inferirse una adecuada congruencia entre ambos análisis, ya que los análisis de correlaciones mostraron resultados significativos mayormente en la categoría masculino, así como la mayor parte de las diferencias se dieron en este grupo. Y, de manera inversa, la categoría femenino fue la menos correlaciones mostró y también sobre la cual se observaron menos diferencias en las comparaciones. Esto mostraría estabilidad en los resultados.
En cuanto al análisis de correlaciones, en términos generales, se observa que los datos obtenidos permiten concluir que existe una asociación negativa entre una de las dimensiones que componen la variable actitudes hacia la sexualidad, erotofobia, y evitación experiencial. Por una parte, estos resultados no concordarían con lo esbozado hasta el momento por los autores Fisher et al. (1988), ya que ellos sostienen que las personas que se encuentran cerca del polo negativo responden ante los estímulos sexuales con emociones y valoraciones negativas, por lo tanto, mostrarán conductas más evitativas, mientras que aquellos que responden ante los estímulos sexuales con emociones y estimaciones más favorables, muestran una mayor búsqueda de estímulos sexuales. Tampoco no coinciden con lo planteado por Orozco y Rodríguez (2006), quienes a través de diferentes estudios han concluido que el constructo tiene efectos negativos sobre la vida en general de las personas, influyendo desfavorablemente en el desarrollo de las habilidades sociales, afectando al sujeto en todos los ámbitos en el que se desenvuelve: social, emocional, profesional, entre otros. De la misma forma, Zapiain (2013) señala que, en el ámbito personal, las personas que evitan tener contactos sexuales presentan una disminución del deseo sexual, por lo tanto, muestran menor asertividad hacia las conductas sexuales, como así también sentimientos y reacciones desagradables y prejuicios, mostrando así, conductas de rechazo hacia dichos estímulos, opiniones y elecciones diferentes, contrariamente a las personas que muestran actitudes más positivas hacia estímulos sexuales.
Sin embargo, cabe destacar que la asociación encontrada en el presente estudio de investigación podría ser congruente ya que, según la OMS (2006), la sexualidad es un aspecto elemental de la vida de los seres humanos que se construye a lo largo de su historia y que la misma es la consecuencia de la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, culturales, morales y religiosos, lo que deja lugar para entender que lo explicado antes podría verse alterado según dichos factores contextuales. Por esta razón, Guérin (1956) explica que para comprender la sexualidad es necesario tener en cuenta el factor cultural y las categorías en las que se agrupa: la primera, el conjunto de diferencias morfológicas y fisiológicas que diferencian ambos sexos, mujer, hombre y la segunda, relacionada a la motivación sexual referida a la interacción de factores ambientales, fisiológicos, de aprendizaje, social y cultural como también los factores subjetivos tales como la fantasía y el deseo. Entonces, resulta necesario tener en cuenta que el ser humano es sexuado desde el nacimiento, pero es a través de la socialización que aparece una actitud de desaprobación frente a la sexualidad cuando es relacionada con la genitalidad. De esta manera, la valoración negativa sobre la sexualidad sería determinantes en las actitudes hacia la misma, así como también en el ejercicio de los derechos (Díaz Aguado et al., 2001; Prieto Ursúa, 2006; Vargas, 2014). Además, los resultados de este trabajo podrían deberse al hecho de que si el sujeto presenta cierto rechazo a los aspectos negativos de las actitudes hacia la sexualidad no hay necesidad de evitarlos, dado que la conducta inicial ya lo aleja del objeto fobígeno.
Algo parecido sucedió con la dimensión erotofilia y evitación experiencial. En este caso la asociación también fue inversa, dicho de otra forma, las personas que presentan mayores conductas positivas hacia la sexualidad presentarían menor evitación experiencial. Esta asociación, indicaría que los individuos que presentan una predisposición positiva hacia la sexualidad en su conjunto, exhibirían conductas o reacciones emocionales asertivas hacia estímulos eróticos, lo cual sería un factor fundamental para que los sujetos desarrollen pensamientos más flexibles, muestren mayor empatía en cuanto a los comportamientos de los demás, como así también a las diferentes opiniones y elecciones, es decir que las personas erotofílicas, asumen con libertad diferentes aspectos de la sexualidad como autosatisfacción, anticoncepción, embarazo, educación sexual y riesgos sexuales (López & Fuertes, 1997). Asimismo, la actitud positiva hacia la sexualidad (erotofilia), tiene como efecto que el sujeto viva experiencias positivas más frecuentes y presente mayor interés disminuyendo tanto las conductas de riesgo como así también de culpa (Fisher & Hall, 1988). Teniendo en cuenta esto pareciera natural que quienes tienen actitudes positivas hacia la sexualidad no necesiten evitar tales conductas, por tanto, la asociación inversa resulta coherente.
Con respecto a lo ocurrido con la dimensión homofobia y evitación experiencial, podría esbozarse que quienes presentan mayores niveles de evitación experiencial manifestarían mayor homofobia. Esta última está conceptualizada como el temor recurrente a estar en contacto con una persona con dicha elección sexual, así como expresar sentimientos de odio, rechazo y agresión hacia los mismos. En suma, Borrillo (2001) indica que esta noción tiene un doble sentido: primero se asocia al concepto clínico de fobia, y segundo como una actitud psicológica que se sustenta en los tres elementos que componen las actitudes: cognitiva (ideas de origen psicológico), afectiva-emocional (miedo, irritación o enojo) y comportamental (agresión física y verbal, discriminación). Teniendo en cuenta estos aspectos resulta coherente el resultado en este trabajo, dado que, en cualquiera de sus acepciones, lo que resalta es el miedo, lo que llevará a tener conductas evitativas, y ésta es también una característica de la evitación experiencial, por lo tanto, que ambas mantengan el mismo sentido muestra congruencia en el comportamiento.
De manera más específica, los en lo refiere a la asociación negativa entre la variable evitación experiencial y erotofobia en el caso de los hombres, se podría inferir una asociación entre los mismos a partir de las diferentes manifestaciones que se presentan durante la etapa de declinación testicular (andropausia), en donde se producen cambios hormonales a partir de la mediana edad y está relacionado con el proceso de envejecimiento. A diferencia de la menopausia, en el hombre no hay interrupción definitiva de espermatozoides, más bien los síntomas se van presentando de manera paulatina a través de los años y de manera solapada, provocando un impacto negativo en la calidad de vida (Silva Herrera, 2006).
Asimismo, en esta etapa se presentan manifestaciones como la disminución del deseo sexual, disfunción eréctil, perdida de bello corporal como también musculatura, tendencia al exceso de peso, cambios en el humor, disminución intelectual, fatiga, depresión, irritabilidad, entre otros. A nivel social, se produce una desvalorización masculina, debido a la alteración en la respuesta sexual y la falta de confianza (Pérez Martínez et al., 2002). Similares resultados se obtuvieron a través de estudios realizados por Salazar et al. (2012), sobre la percepción de los hombres y sus parejas sobre la calidad de vida en el climaterio masculino llegando a la conclusión de que los mismos manifiestan dicha sintomatología expuesta anteriormente. Además, la declinación de la testosterona sérica comienza a ocurrir a partir de la tercera década de vida, aunque no son detectables hasta la cuarta o quinta década. Por esta razón, el papel de los andrógenos relacionados al envejecimiento masculino es discutido, dado que el hombre conserva su capacidad reproductiva hasta el final de sus días. Sin embargo, los andrógenos cumplen una función sumamente importante en la actividad sexual masculina, ya que en el proceso de envejecimiento éstos afectan a otras hormonas provocando diversas alteraciones tanto físicas, psicológicas como comportamentales (Pérez Martínez et al., 2002).
En suma, las manifestaciones que se presentan en la etapa de climaterio masculino pueden llegar a provocar incomodidad o sufrimiento, llevando al individuo a buscar diferentes estrategias para no enfrentarse a ciertas experiencias que puedan resultarles aversivas, como por ejemplo conductas autoeróticas, entre otras. Es así como la erotofobia-erotofilia según lo expuesto por, Blanc et al. (2017) está estrechamente relacionada con el deseo sexual en solitario o diádico. En otras palabras, las personas que presentan mayores niveles de erotofobia suelen manifestar conductas autoeróticas, mientras que las personas erotofílicas buscan experiencias sexuales diádicas. En ese mismo sentido podría explicarse la asociación positiva entre sexo no convencional y evitación experiencial en hombres, mientras que en la muestra total no se hallaron asociaciones.
Tal como fue expresado anteriormente, la evitación experiencial se produce cuando el sujeto no está dispuesto a estar en contacto con situaciones privadas que puedan provocar malestar, sumado a que algunas de las manifestaciones que se presentan en la etapa de climaterio pueden ser visibles provocando efectos negativos en todos los ámbitos de la vida, podría llevar al individuo a buscar diferentes recursos para alterar la forma de dicha situación en donde no tenga que involucrarse emocionalmente, con el fin de obtener una disminución en el malestar a corto plazo. El estar triste, sentirse frustrado o sentir temor, se ha relacionado con estados negativos que llegan a ser inaceptables, dado que el sufrimiento tiene alcances verbales que se han instalado en el contexto lingüístico de la comunidad.
En este sentido hay una relación entre el sufrimiento y el fenómeno de percepción de control, con el fin de buscar un estado de satisfacción o plenitud (Hayes, 2004). En el caso de las mujeres no se halló asociación entre las variables evitación experiencial con erotofobia, evitación experiencial y erotofilia, como así tampoco en lo que respecta a sexo no convencional. Sin embargo, sí hubo asociación entre homofobia y evitación experiencial, siendo la misma negativa, es decir que las mujeres que presentan mayor homofobia mostrarían menor evitación experiencial. Similares resultados se obtuvieron en trabajos realizados específicamente con adultos mayores y adultos en edad media por Narváez Montaño y Valverde Palomeque (2018), quienes demostraron una actitud moderada hacia los aspectos y temas sobre la sexualidad en general, predominando actitudes erotofóbicas hacia la homosexualidad y al sexo no convencional.
En cuanto al análisis realizado de comparación de grupos, a partir de los datos obtenidos se concluye que los hombres presentan mayores niveles de evitación experiencial. Estos datos, se contraponen con los hallados por Del Río Olvera et al. (2013), quienes encontraron que las mujeres presentan mayores niveles de actitudes negativas hacia la sexualidad que los hombres, como así también con la dimensión homofobia; estos autores encontraron que los hombres presentarían actitudes negativas hacia la homosexualidad y sexo no convencional.
Limitaciones / Líneas futuras de investigación
En primera instancia se señala el tipo de muestreo, que fue no probabilístico e intencional. Otro aspecto a tener en cuenta es el diseño transversal, ya que esto limita las inferencias sobre el comportamiento de las variables a lo largo del tiempo. También en lo referido a lo metodológico tanto las encuestas sociodemográficas como los inventarios, fueron instrumentos de autoreporte, lo que podría predisponer a distorsiones por parte de quienes son evaluados (Fernández Liporace, 2015). En línea directa con esto, los instrumentos utilizados no se encuentran validados al medio local, lo que hace que pudiera aumentar tanto el sesgo sistemático como el aleatorio. No obstante, a partir de esto se mantuvo la rigurosidad durante las administraciones, se acompañó a cada participante y se hizo énfasis en la importancia de la sinceridad a la hora de contestar. Además, se descartaron protocolos porque no habían sido respondidos de manera completa. Igualmente, el hecho de tener una muestra grande, tanto como la participación voluntaria, hace posible que se atenúe la posible distorsión en las respuestas (Stover, 2012).
Para finalizar, se señala la transferencia de conocimientos que se realiza, a partir del análisis de las dimensiones involucradas como su comportamiento según las categorías de sexo. En ese sentido, determinar cuáles son las diferencias para cada grupo, permitirá elaborar planes para abordar esta problemática en torno a esta temática, en la línea de incrementar / optimizar los resultados y mejorar la calidad de vida tanto como prevenir problemas relacionados a estos factores. Además, se suma a las investigaciones que continuarán estudiando estos temas.
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